Después de una copiosa y satisfactoria comida pocos son los que pueden resistir a tomar una siesta en el sofá, y es que según un estudio, el motivo es la presencia de glucosa en la sangre.
Altos niveles de glucosa en sangre, como puede ser después de una gran comida, hace descender en el hipotálamo los niveles de oxerina, una clase de proteínas cuya misión es mantenernos alerta. Estas proteínas son menos activas durante la noche, y su mal funcionamiento pueden provocar narcolexia.
Asimismo, esta interacción entre la glucosa y la orexina explica, además, el insomnio cuando se tiene hambre, ya que la actividad de las neuronas es mayor debido a la falta de glucosa en sangre.
Por ello, si se quiere seguir despierto se deberán evitar las comidas ricas en carbohidratos o grasa, así como las bebidas alcohólicas. En cambio, mantendremos los ojos bien abiertos tras un banquete de proteínas.
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